sábado, 5 de septiembre de 2009

Hombres, Poldy Bird

Quién puede decir ciertamente lo que es un hombre. Qué siente. Qué piensa. A que le teme. Por qué vibra. Qué es lo que más le interesa en la vida y en el mundo. Hasta dónde es capaz de amar sin pensar que está loco o que es ridículo.
Quién puede decir que realmente conoce a un hombre...
Quién puede decir que verdaderamente lo comprende...
A veces pareciera que sí, que es posible, que atravesando el complicado laberinto de su pensamiento uno ha llegado al fondo, a ese lugar secreto, escondido, protegido por los cinco sentidos... y lo ha encontrado... Pero un minuto después el se rebela, borra todas las huellas, tuerce las agujas del reloj, cambia de voz, de piel, de convicciones, cambia la intensidad de la mirada, se vuelve hosco, lejano, inalcanzable, o nos hace creer eso .Y otra vez estamos afuera.
Otra vez llamando a su puerta.
Otra vez estamos comenzando.
Con un hombre nunca se está en camino. Siempre se está empezando a caminar...
No somos nosotras las que podemos apoyar la cabeza sobre su pecho seguro y descansar... sino que son ellos son los que terminan apoyando su cabeza en nuestro pecho y se quedan dormidos como niños.
Un hombre... Qué dilema.
Lo amamos y le damos nuestro corazon...
Es que... tal vez él no quería que le diéramos el corazón, tal vez él quería solamente una sonrisa y nosotras, exageradas como siempre, le dimos el corazón.
Es muy posible que él buscara simplemente una oreja pequeña y bien formada para contarle sus penas, para darle, algunas veces, las palabras que excedan el recipiente... y nosotras, exageradas como siempre, le dimos nuestra vida.
¿Acaso no es cuando no damos nada cuando mas recibimos de un hombre? ¿Acaso no es cuando damos solamente un poco de nuestra piel cuando recibimos todo de él: su piel, sus nervios, sus músculos tirantes, su clamor y su hoguera? ¿Acaso no es cuando le damos solamente el silencio cuando recibimos su grito y su llamado, su pedido de rodillas, su lamento estremecido atravesando las montañas, los valles, los ríos del universo?
Y cuando vamos por nuestro camino, sin detenernos, él estira sus manos y quiere llevarnos a su camino, dejarnos transitar por él, mostrarnos su puerto.
Y cuando no lo vemos, quiere que lo miremos.
Y cuando no lo amamos, quiere amarnos y hace lo imposible para que dejemos caer sobre él una gota de amor, pequeña y transparente como una lágrima. Lo que un hombre quiere es ser niño cuando lo necesitamos hombre del todo. Y ser hombre cuando inventamos para él un parque con una calesita y un montón de hamacas. 
Es por eso que no sé, verdaderamente no sé de quién nos enamoramos las mujeres: si de un hombre o de la idealización de un hombre que tenemos en nuestra mente.
Y creemos que le teme a la soledad... pero él lo que ama en verdad es su soledad, y es eso lo que defiende como una brava fiera.. porque esa soledad que le hace sentir que nadie va a cambiarlo, que es él mismo... y que un hombre no se da ni se comparte.

1 comentario:

  1. hace falta tanto feminismo nena? feminismo TAN explicito, que raro...
    suerte :)

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